Tristemente famosas han sido las fotos de urbanizaciones fantasma de España en medio de la nada, construidas en plena burbuja inmobiliaria y en las que nadie, o casi nadie, reside, dándoles un aspecto fantasmal. Hungría también tiene su propia urbanización fantasma, aunque en este caso la historia es diferente de las españolas.
En plena crisis de las hipotecas en francos suizos que la que hablé en una entrada anterior, el gobierno de Viktor Orbán encabezó un proyecto para construir viviendas públicas para alojar a las familias y personas cuyos pisos habían sido embargados por los bancos, al no poder hacer frente a sus créditos debido a la enorme y repentina devaluación del forint, la moneda nacional.
Uno de los lugares elegidos para edificar estas viviendas fue las afueras de Ócsa, un pueblo de la periferia de Budapest. El gobierno gastó una cantidad enorme de dinero en construir esta urbanización de 80 viviendas, muchas de las cuales están vacías. ¿A qué se debe esto?
Vista aérea de la urbanización.
En realidad, la urbanización, proyectada originalmente para 500 viviendas de entre 40 y 80 metros cuadrados cada una, se construyó en 2013 en unos terrenos agrícolas propiedad del gobierno de 132 hectáreas en Alsópakony, a 4 kilómetros de Ócsa, al lado de la autopista M5.
A día de hoy, tan solo hay 80 casas construidas. La urbanización no tiene transporte público directo a Budapest, y tan solo 2 autobuses diarios la conectan con Ócsa. Las casas ni siquiera están conectadas a la red de gas natural, y deben ser calentadas en invierno mediante chimeneas de leña. La falta de transporte, oportunidades laborales y servicios públicos (no hay guarderías, colegios ni centros de salud) han provocado que lo que pretendía ser la solución para muchas familias se haya convertido en una desgracia, y que muchas la hayan rechazado. El resultado final ha sido la creación de un barrio marginal fantasma en medio de la nada, como ya advirtieron muchos cuando se anunció su edificación.
Hay pocas posibilidades de cruzarse con algún vecino.
Lo preocupante es que las 80 casas de este proyecto han costado 2700 millones de forint, (unos 9 millones de euros), pagados del erario público. Cada casa fue proyectada con un costo de 150.000 forint por metro cuadrado (unos 500 €). Esta cifra se infló hasta un costo final de 500.000 forint por metro (1600 €, similar a un barrio de lujo de Budapest), debido a la necesidad de construir conducciones de agua, conexiones eléctricas, iluminación y nuevas calles y accesos. Para comparar, el precio de un metro cuadrado de vivienda en el vecino pueblo de Ócsa es de 100.000 forint (330 €), cinco veces menos de lo que costaron estas nuevas casas.
Sin conexión a la red de gas, los pocos habitantes de estas casas deben utilizar chimeneas de leña o calefacciones eléctricas durante el invierno.
Por el precio total del proyecto (2700 millones de forint), podían haberse alquilado una cantidad muy superior de pisos ya edificados y vacíos, en la propia Budapest o en otra ciudad. Además hay que sumar el coste de mantenimiento de las viviendas vacías de la urbanización (la mitad aproximadamente), que se estima ronda los 5 millones de forint (16.000 €) al mes. Tan solo la elaboración de un vídeo promocional costó 122 millones de forint (400.000 €).
Parece ser que al actual gobierno del Fidesz, que se le llenó la boca anunciando la construcción de estas viviendas, se le olvidó después cumplir con muchas de las necesidades básicas de los futuros habitantes de estas casas. Pero poca gente se acuerda ya de todo esto. Al menos, tras este fiasco, otros proyectos similares se paralizaron (de hecho no se prevé que se construyan las otras 420 casas restantes en esta misma urbanización).
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