domingo, 23 de marzo de 2014

El drama de las hipotecas en Hungría

Entre 2003 y 2008, al calor de una creciente economía nacional, el ingreso en la Unión Europea, las buenas perspectivas de crecimiento, y el forint relativamente fuerte, más de un millón de húngaros (ojo, el 10% de la población del país) firmaron hipotecas en francos suizos con sus bancos. En aquella época el cambio con el franco suizo era muy favorable para el forint, lo cual las hacía muy atractivas. Mucha gente aprovechó para comprar una buena casa, un coche o ambos aprovechando que los créditos estaban baratos por el cambio y que se concedían fácilmente en plena burbuja pre-crisis.

Para hacerse una idea, en aquellos años el cambio rondaba entre los 150 y 160 forint por cada franco suizo. Los bancos vendieron cientos de miles de hipotecas aprovechando estos precios y la ingenuidad de la gente, si bien es cierto que muchos tampoco se molestaron en pensar más allá de las ventajas que ofrecía ese señor de traje detrás de la mesa. Algunos ofrecían unos intereses iniciales muy bajos, a cambio de luego subirlos drásticamente, o incluso solo pagar intereses los meses iniciales. ¡Tenga mañana un coche y una casa nuevos, y comience pagando solo los intereses en los 6 primeros meses!

El crédito fácil inundó el país de deudas que, en muchos casos, no se correspondían con los ingresos y el nivel de vida de los nuevos acreedores (como pasó en medio planeta). Y si esto ya pintaba mal, la caída de la moneda nacional acentuó el drama hasta un nivel insostenible.


Mucha gente, atraída por las hipotecas en francos suizos que ofrecían intereses iniciales muy bajos, pensó en salir de los bloques de viviendas de la época soviética, en los que viven 1 de cada 5 húngaros, y comprar una vivienda mejor.


Con el comienzo de la crisis mundial en 2008, que además se unió al escándalo nacional del gobierno socialista de la época que tuvo que admitir que había falseado las cuentas y que el país se acercaba a la bancarrota, el forint comenzó a devaluarse a toda velocidad. Hasta el punto que en 2011 alcanzó el cambio con el franco suizo en torno a los 220 forint (un 50% más). Esto supuso que las hipotecas se encarecieran enormemente. A esto había que sumarle el tipo de interés, y que, además, mucha gente había firmado hipotecas con condiciones iniciales muy ventajosas (como pagar inicialmente tan solo los intereses), pero que luego empeoraban ostensiblemente.

Si, por ejemplo, alguien había pedido un crédito en 2005 de 15 millones de forint (unos 60.000 €), cantidad con la que uno puede comprar una casa bastante aceptable en Hungría, tras pagar 6 años de hipoteca, debía más que al principio, en parte por la subida del franco suizo y en parte porque durante los primeros meses apenas había pagado nada del crédito al aceptar estas condiciones, pongamos que en 2011 debía unos 20 ó 25 millones de forint. Ello significaba que cada vez más parte de su salario se iba a pagar la hipoteca (llegando en muchos casos al 100% o más). Incluso había gente debiendo el doble o el triple de dinero al banco que al principio, depende de las condiciones que hubiese firmado.

En aquel mismo 2011 comenzó el drama: una gran oleada de embargos, por parte de los bancos, que amenazaba con seguir creciendo, ya que unas 200.000 personas estaban en la línea roja de quedarse sin casa y seguir debiendo dinero al banco, ya que en la posterior subasta, después de que explotase la burbuja inmobiliaria, no se llegaba a cubrir la hipoteca.


Muchas familias perdieron su casa al no poder afrontar los pagos.


El gobierno húngaro, encabezado por Viktor Orbán, aprobó una ley a la cual podían acogerse aquellos que cumplieran las condiciones. Básicamente eran un ventajoso cambio de 180 forint por franco suizo (en lugar de los 220 de aquel momento), a cambio de liquidar la hipoteca en un solo pago a toca teja. Ni que decir que a esta ley se acogió una mínima parte de la población, y que los bancos (muchos extranjeros) pusieron el grito en el cielo.

También rescató a muchas familias comprando su casa y alquilándosela a un precio mucho mejor que la que sería su hipoteca, y construyó urbanizaciones para alojar a algunas de las personas embargadas. Estas medidas consiguieron estabilizar la situación tan solo parcialmente.

Pero desde entonces, la alta inflación y los impuestos han elevado los precios de muchos productos básicos, especialmente en alimentación, que el gobierno ha tratado de compensar reduciendo los precio de la electricidad o el gas. Sin embargo, el forint ha seguido devaluándose cada vez, paradójicamente debido a estas medidas populistas, que han minado la confianza de los bancos y agencias de calificación.

Los dramas son particulares: gente que vuelve a casa de sus padres, que vende todo tipo de joyas o reliquias familiares, que ahorran hasta el último forint que puede, y todo va destinado a pagar una hipoteca que en lugar de encogerse sigue creciendo a medida que pasa el tiempo.

La gente comenzó a denunciar masivamente a los bancos en todos los niveles judiciales, y el tribunal supremo húngaro dijo que no podía generalizar acerca de estas hipotecas sobre si eran ilegales o no, y que habría que investigarlas individualmente, para determinar cuando el banco no había sido claro con las condiciones y cuando los clientes habían firmado irresponsablemente. 

A día de hoy, hay decenas de miles de hipotecas en los juzgados. La gente argumenta que los bancos se aprovecharon de ellos al no explicar claramente las condiciones y a sabiendas que de la situación del franco era excepcional, los bancos dicen que ellos leyeron y explicaron ante notario las condiciones con el cliente presente, que los clientes sabían lo que firmaban, y que si no quisieron escucharlo o entenderlo los bancos no son responsables. Parte de la opinión pública incluso se niega a que se rescate a personas que compraron una casa o un coche que jamás hubieran podido permitirse con un crédito que no iban a poder pagar, y que deben de asumir su falta de responsabilidad. El gobierno se ha encontrado en medio de todo esto, y su posición está comprometida: si apoya a la gente, los bancos se le echan encima, si apoya a los bancos, la gente se le echa encima. Y tratar de contentar a todos se antoja una tarea imposible.


Parte de la gente que solicitó los créditos lo hizo a ciegas, y endeudándose hasta un punto difícil de entender.

A día de hoy, el cambio está a 256 forint por franco suizo, casi el doble que los 150 con los que se concedieron los créditos a mediados de la década pasada. Mucha gente debe el doble o incluso el triple que hace varios años. La situación sigue siendo crítica, y en vísperas de las elecciones generales, el tribunal constitucional amenaza con modificar de nuevo las hipotecas en moneda extranjera de forma retroactiva, lo que de nuevo ha tenido bastante repercusión internacional, y ha minado aún más la credibilidad financiera del país.

2 comentarios:

  1. Gracias, ya me has resuelto "el misterio de las hipotecas en divisas". ¿De qué me suenan muchas de las cosas que cuentas? Creo que Spain más que en la Champion League estaba jugando en la misma liga que Hungría jejeje. Un saludo.

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  2. Bueno en la misma liga no lo sé... pero lo que está claro es que ni España ni Hungría han jugado alguna vez la champions... al menos la de la economía jeje :)

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