jueves, 27 de agosto de 2015

Crisis de refugiados en Hungría

En este 2015, y especialmente en los últimos meses, la inmigración ilegal en Hungría ha alcanzado magnitudes y cifras jamás vistas en este país. A finales de Agosto, más de 120.000 personas habían llegado a Hungría de manera irregular desde Enero, y este número se va elevando casi exponencialmente en los últimos años. Esto ha desbordado totalmente la escasa capacidad de gestión de inmigrantes y refugiados que tiene Hungría, uno de los países menos desarrollados de la UE, que hasta ahora no estaba acostumbrado al fenómeno de la inmigración, y al que le ha tocado la patata caliente de ser la puerta de entrada a la Unión Europea en estos últimos tiempos.

Sobre el tema de la inmigración en Hungría ya escribí hace algunos meses, cuando las cifras no se habían disparado tanto como ahora, aunque se podía intuir que la cosa iba a complicarse aún más. Y como mencioné, estos inmigrantes no tienen como objetivo asentarse en Hungría, sino cruzar el país siguiendo hasta Alemania o Suecia, donde tienen pensado instalarse. Por ello, el gobierno húngaro tiene un problema relativo, no demasiado grave (como lo tiene Alemania, que ha recibido casi 1 millón de solicitudes de asilo ni más ni menos, claro que tiene recursos más amplios). Sin embargo, el hecho de que en lo que llevamos de año más de 120.000 inmigrantes hayan llegado a Hungría (3000 llegaron a entrar en un solo día), ha hecho saltar todas las alarmas, pues en el momento que pisan tierra húngara ya son responsabilidad de las autoridades, aunque no quieran quedarse en Hungría. Y esto son cifras oficiales, muchos no han sido detectados y no se han contabilizado.


Un grupo de inmigrantes junto a la carretera, cerca de Ássothalom, en el sur de Hungría.
fotografía: delmagyar.hu


Como decía, el gobierno húngaro se ha visto totalmente desbordado e incapaz de manejar la situación, al igual que la policía, tanto por falta de recursos como por inexperiencia. Se actuó torpemente, tal y como se podía esperar, pero con las cifras de inmigrantes y refugiados  mencionadas es comprensible el caos, aunque se les critique por ello (no tan comprensibles son algunas decisiones que han tomado). En temas meramente políticos hay que destacar que el segundo partido político del país según las encuestas, la extrema derecha Jobbik, que a día de hoy es el único que puede hacer algo de frente al gobierno de Fidesz, ya dejó clara su posición, radicalmente contraria a la inmigración ilegal, por lo que del gobierno, normalmente más moderado, se esperaban una serie de medidas débiles y un discurso típico contra la inmigración. Lo sorprendente es que sus ideas han sido de lo más desafortunadas: el mayor ridículo vino de la mano de los famosos carteles contra la inmigración, que además aumentó con las respuesta del MKKP y sus "contracarteles" ridiculizando al gobierno en general y al primer ministro en particular. Y más teniendo en cuenta que los inmigrantes no quieren quedarse en Hungría.

En segundo lugar, cuando el gobierno anunció que construiría una valla de más de 170 kilómetros de longitud en apenas dos meses, me imaginé que algo raro tenía que haber. Si hay un país donde las obras públicas se eternizan, ese es Hungría, y construir una valla de semejante longitud en condiciones, no es un trabajo de unas pocas semanas precisamente. El resultado ha sido una alambrada "low-cost", que en realidad es una concertina unida por barras de hierro clavadas en el suelo (de hecho la han construido los propios militares y policías) tan fácil de cruzar que los propios niños pequeños lo hacen sin la menor dificultad, a juzgar por las fotos y vídeos. Eso sí, es una medida temporal hasta construir una valla definitiva que se finalizará en otoño.


Niños saltando la valla provisional, recién construida, que separa Hungría de Serbia.
fotografía: index.hu

Inmigrantes cruzando la valla.
fotografía: index.hu

Una pareja de inmigrantes se prepara para saltar la valla.
fotografía: index.hu

Un policía húngaro contempla la valla destrozada.
fotografía: index.hu


Hay que ser bastante ingenuo para pensar que una alambrada de metro y medio escaso de altura va a detener a personas que llevan miles de kilómetros recorridos desde sus países de origen, muchos de ellos andando, en trenes repletos o en barcos atestados, jugándose la vida en el mar Egeo y esquivando ladrones, policías corruptos y asaltos por otros grupos de inmigrantes. Lo que sí puede ser cierto es que la idea desde el principio no fuese frenar a los inmigrantes con la valla, sino crear una mera estructura física para dar legalidad a sanciones a quienes la cruzasen o dañasen (y así poder expulsar o procesar judicialmente a los inmigrantes de manera, digamos, legal). Parece que el gobierno lo que quiere es que los inmigrantes busquen otra puerta de entrada a la UE, pues Hungría no es su destino final, con lo que resolvería su problema. Croacia o Eslovaquia (vía Ucrania) podrían ser las alternativas de los inmigrantes, pero claro, la valla que ha puesto Hungría no es precisamente disuasoria. Ahora el gobierno anuncia que enviará a 2.000 policías, helicópteros y perros a vigilar la frontera, sobre todo por las noticias de que hace poco salieron de golpe otros 7.000 inmigrantes de Macedonia, y se espera que lleguen a Hungría próximamente.

Esta crisis migratoria no tiene precedentes en Europa desde la segunda guerra mundial, y se debe a un problema de fondo muy grave. Los recientes conflictos en los países árabes, el Estado Islámico y las guerras en Irak, Siria y Afganistán han desestabilizado un gran numero de países, creado un flujo de miles de refugiados huyendo de la muerte y la miseria, a los que se han sumado muchos inmigrantes económicos que se han apuntado al carro aprovechando la marea de sirios e iraquíes que escapan de sus países en guerra.

Porque también vienen de Kosovo, ese Estado fallido y semireconocido por la ONU, con una tasa de paro del 50% y probablemente la zona más pobre de Europa, donde la ayuda internacional que se envió tras la guerra, en lugar de utilizarse para mejorar el deficiente sistema sanitario, la educación, o fomentar el desarrollo, se utilizó para construir una carísima autopista atravesando el territorio montañoso de los Balcanes para unir Kosovo con Albania, por la que apenas circulan los escasos vehículos del país. Eso sí, fueron las empresas occidentales las que la construyeron.

Vienen de Siria, un país que funcionaba relativamente bien, no muy rico, pero con un nivel de vida aceptable, gente joven y preparada, universitaria, que tuvo que dejarlo todo y huir por culpa de una guerra civil contra Bashar al-Asad cocinada por Occidente, como todas las "primaveras árabes" que han desestabilizado (mejor dicho, sumido en el caos) el norte de África. De Afganistán creo que no hace falta decir nada, y de Irak también sobran las palabras: allí donde va la OTAN solo queda un rastro de muerte y destrucción, que es lo esperable cuando alguien se propone llevar la democracia con bombas.

Un breve vídeo del presidente bielorruso Aleksandr Lukashenko, al que en occidente se le critica hasta la saciedad (otra cosa es escuchar lo que dice, cosas bastantes sensatas por cierto) explica a la perfección todo esto, aunque mejor aún que sus contundentes declaraciones es la cara que se le queda al periodista:




Estos civiles no escapan rumbo a sus países vecinos ricos Arabia Saudí, Kuwait, Qatar o Emiratos Árabes, ya que seguramente los expulsarían a patadas o incluso a tiro limpio nada más acercarse a la frontera. No, los mayores campos de refugiados de sirios se encuentran en Turquía (casi 2 millones) y el Líbano (700.000 refugiados ¡en un país de 4 millones de habitantes!). Para los que quieren seguir más allá, el camino es Europa. Y como decía, muchos de estos inmigrantes que llegan a Hungría no son de países en guerra, y miles de kosovares, egipcios, pakistaníes, de Bangladesh, Ghana, Nigeria, Mali o Senegal se suman a estos grupos de refugiados sirios para instalarse en Europa aprovechando el descontrol generado (haciendo flaco favor a aquellos que de verdad huyen de la guerra, todo sea dicho).

Sus caminos, después de salir de sus países de origen, confluyen en Turquía, país fácil de cruzar hasta la frontera griega, donde comienzan los problemas al estar muy vigilada debido a la rivalidad entre ambos países, así que aquí la ruta se transforma en embarcaciones en mal estado y ultrasaturadas de inmigrates cruzando el mar Egeo. Una vez cruzado Grecia, llegan hasta la frontera con Macedonia, uno de los países más pequeños y pobres de Europa, que está totalmente desbordado (si el caso de Hungría es grave, el de Macedonia es de película de terror), saturando los escasos campamentos de refugiados y la pequeña y vetusta flota de trenes que circula por el país y les lleva hacia el norte, rumbo a la frontera con Serbia, siguiente escala en su recorrido. La policía no puede hacer nada por detener esta marea humana, que muchas veces pone en peligro sus propias vidas por el peligro de estampidas o atropellos (por ejemplo cuando llega un tren) y que ha tenido incluso que cerrar la frontera y efectuar cargas policiales, así que generalmente optan por dejarles pasar, y que el marrón se lo coma el siguiente país. Más o menos puede decirse lo mismo de Serbia, hasta que llegan a Hungría (que como ya es espacio Schengen tiene que guardar más las formas, no les puede dejar seguir a Alemania porque el país germano se los podría devolver alegando que entraron por Hungría).


Estación de tren de Gevgelija, en el sur de Macedonia, frontera con Grecia, atestada de inmigrantes esperando el tren rumbo a Serbia.
fotografía: andrew connelly

Inmigrantes subiendo a la desesperada a los trenes macedonios, repletos de viajeros.
fotografía: georgi licovski


Por su camino hacia la UE van dejando un rastro de envoltorios de alimentos, ropa sucia, objetos innecesarios y basura. Pernoctan en edificios o fábricas abandonadas, en tiendas de campaña o incluso a la intemperie. Cada día recorren decenas de kilómetros, andando, con un simple mapa, GPS o smartphones guiándoles. O en tren, o en vehículos fletados por mafias, que les cobran miles de dólares. A veces se encuentran con policías corruptos que les piden dinero, atracadores locales, incluso otros grupos de refugiados que intentan robarles. También se encuentran con la ayuda de los habitantes de los pueblos por los que pasan, la mayoría les ofrece agua embotellada, comida, ropa, o simplemente indicándoles el camino a seguir. Muchas veces caminan por vías del tren, con el riesgo de accidente que ello supone, pues las vías les sirven de guía y además ofrecen un camino más suave, pues aunque la mayoría de los grupos están formados por varones jóvenes, también hay mujeres y niños pequeños.


Vídeo de la estación de tren de Gevgelija, Macedonia.


Una vez en Hungría, llegan al espacio Schengen, y siguen el camino hacia la deseada Alemania o Suecia, donde muchos ya tienen amigos o familiares que les guían para solicitar el asilo, el permiso de residencia y demás papeles. Algunos con intención de quedarse indefinidamente, otros solamente a esperar a que la guerra termine en su país. Cruzar fronteras dentro de la UE es más fácil, lo cual no significa que estén exentos de que la policía los detenga.

La población húngara ha reaccionado ofreciendo su ayuda a los inmigrantes y refugiados: muchos se acercan a los improvisados campamentos para llevarles agua embotellada, comida, medicinas o ropa. Claro que siempre están los que se pasan de listos y vieron un floreciente negocio, como ofrecerse a llevarles en coche a Budapest o a la frontera austríaca por desmesuradas sumas de dinero (cientos de euros), algunos incluso robaron a los inmigrantes todo su dinero durante el viaje (la policía ya ha detenido a unos cuantos sujetos de estos). Otros ciudadanos, como algunos agricultores locales se quejan de que arrasan sus campos de cosecha, de los robos a los árboles frutales, de dejar todo lleno de basura. Hay opiniones para todos los gustos.


Vídeo de la policía húngara deteniendo un vehículo "in fraganti", que transportaba inmigrantes ilegales en el maletero en plena noche hacia a Austria.


La mayoría de los inmigrantes (cuyo destino final es Alemania) no quieren saber nada de Hungría ni de la policía. Para ello atraviesan la frontera ilegalmente y caminan escondidos por los bosques, o directamente de noche, y su queja habitual  cuando son detenidos es que porqué no les dejan continuar su viaje a Alemania. En caso de ser interceptados por la policía, son trasladados en autobús a campamentos provisionales cercanos, tan improvisados como saturados (muchas veces las tiendas de campaña son una simple carpa de plástico gigantesca y unos palets en el suelo). Y siguen llegando, acinándose, en lo que cada vez recuerda más a campos de concentración, hasta que les vuelven a llevar en autobús a un centro de registro para refugiados. Durante todo este tiempo (que suele ser un día o dos) no pueden salir del recinto, pasando el tiempo sin hacer nada salvo enormes colas cuando toca el reparto de agua o comida. Faltan médicos, intérpretes y voluntarios, la mayoría de la ayuda que reciben es de particulares y ONGs.

Una vez en el centro de registro, se les toman las huellas dactilares y una fotografía y rellenan la solicitud de asilo formal en Hungría. Este es el problema para ellos, ya que entonces no pueden continuar su viaje a Alemania (solo pueden pedir el asilo en el país al que llegan). Tras esto, si se les concede el asilo, pueden moverse libremente por Hungría, pero no salir del país. Si por ejemplo fuesen a Alemania y les detuviesen de nuevo, irían a la cárcel.


Entrada al centro provisional de refugiados de Röszke, en Hungría, junto a la frontera Serbia.
fotografía: index.hu

Autobús fletado por las autoridades húngaras para trasladar a los inmigrantes interceptados a los campos de refugiados.
fotografía: index.hu


Este proceso de registro sería cómico si la historia no fuese un drama tan serio, porque entre que el inglés de los refugiados es malo y el de la policía húngara aún peor (muchas veces ni siquiera entienden el nombre del país de donde proceden, y cuando no lo tienen claro simplemente les clasifican como sirios, por ejemplo). Un periodista del diario húngaro Index que estuvo infiltrado con ellos haciéndose pasar por refugiado, y mencionaba en su crónica a la policía advirtiendo a los refugiados que "Hungary, no money. Orbán Viktor", o "Passport? No passport? Come, come, no problem", "Hungary, no Hilton Hotel. Hungary food, water, love", o bromas preguntando por el tamaño de sus miembros viriles a un grupo de senegaleses. La odisea de este periodista comienza cerca de Ássothalom, donde empieza a andar por la ruta frecuentada por inmigrantes, como si fuese uno de ellos. Según él, a los doce minutos es detenido por la policía, y es trasladado en autobús al campamento provisional de Röszke, y después al centro de registro de Vámosszabadi (en el norte del país), donde ya confiesa y demuestra a la policía que es un periodista húngaro. Me imagino que los vídeos están hechos con algún teléfono móvil o pequeño dispositivo. Aunque está en húngaro, aquellos que no hablen este idioma pueden ver los vídeos, bastante ilustrativos del proceso de detención, registro y convivencia en el campamento de refugiados (así como las lamentables condiciones del mismo), en el siguiente link: http://index.hu/belfold/2015/08/17/menekult_tabor_bentrol/

Los inmigrantes que logran llegar a Budapest, se reúnen en las cercanías de las estaciones de Nyugati y Keleti (sobre todo esta última, pues es de la que parten los trenes internacionales a Alemania y Austria), donde la policía ha creado también zonas de tránsito para estos inmigrantes irregulares. Los que logran tomar algún tren quizás lleguen a Alemania o se queden en la frontera, Austria ha llegado a parar trenes en la frontera para desalojar a los inmigrantes. Mucho se habla de la valla de Hungría, pero la policía de Austria es de las más severas y temibles que he visto, mucho más que la húngara (quien haya estado allí lo sabrá).


Policías austríacos y húngaros en un tren Budapest-Viena.
fotografía: dailynewshungary.com


Vamos a ver cómo termina todo esto, mucho me temo que lo haga extraordinariamente mal, las cifras aumentan sin ningún límite, y que ocurra alguna tragedia no es sino cuestión de tiempo. Y cuando llegue el invierno y el frío, la situación va a dramatizarse mucho más. Mientras escribo estas líneas leo una triste noticia: alrededor de 50 inmigrantes han sido hallados muertos en una autopista de Austria, dentro en un camión con matrícula húngara abandonado en el arcén. Del conductor nada se sabe. Lo dicho, esto tiene pinta de acabar muy mal.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Zorán

Zorán Sztevanovity, conocido artísticamente como Zorán, es un cantante, guitarrista y compositor nacido en Belgrado en 1942. Seis años más tarde, en 1948, se trasladó a Budapest junto a su familia por motivos políticos, y se establecieron en la capital húngara, donde él se crió, creció y ha vivido desde entonces. Zorán formó varios grupos a lo largo de su carrera, como Zenith o Metro, hasta que en 1972 inició su carrera en solitario. Con más de una docena de álbumes publicados y una exitosa carrera artística, Zorán es uno de los músicos húngaros más premiados.

Una de mis canciones favoritas es "A szerelemnek múlnia kell", os dejo un vídeo de su actuación de 2007 en Budapest:



jueves, 20 de agosto de 2015

20 de Agosto

Cada año, el 20 de Agosto es uno de esos días marcados bien en rojo en el calendario de los húngaros: es festivo nacional, día de San Esteban, en homenaje al fundador del Reino de Hungría allá por el año 1000, y primer rey húngaro, al recibir el título rex del papa. El rey Esteban fomentó el cristianismo en Hungría y forjó buenas relaciones con los estados de alrededor para integrar a los húngaros en Europa, tras décadas de luchas y batallas con sus vecinos. Centralizó el poder estatal y creó un sistema de condados subordinados a la capital. Su reinado se extendió entre 1000 y 1038 y fue uno de los principales responsables en sentar algunas de las bases del Estado húngaro tal y como lo conocemos hoy en día. Fue canonizado el 20 de Agosto de 1083, y por eso se celebra este día en su homenaje.

Más allá de reyes y libros de historia, lo cierto es que este día festivo, que con suerte como este año, cae en puente, los húngaros, especialmente los de Budapest, huyen en masa de la gran ciudad, el asfalto y la oficina para refugiarse en uno de los cientos de hoteles Spa que inundan el país. El lago Balaton es otro popular destino, al ser pleno Agosto, y alojamientos y playas cuelgan el cartel de completo en estos días. También es una fecha excelente para hacer excursiones por los montes del Norte de Hungría, visitar las regiones vinícolas o algunos de los muchos castillos y palacios que salpican Hungría. O simplemente ir al pueblo y visitar a la familia.

Hay que mencionar que los años que cae en martes o jueves, para hacer el puente, en Hungría hay que trabajar el sábado de la semana anterior, así que este concepto de puente es un tanto peculiar tal y como se conoce en otros países (como España por ejemplo).

Para los que se quedan en la capital, a los que se unen muchos húngaros venidos del resto del país a pasar este festivo, hay algunas actividades interesantes. Durante el día se cortan al tráfico la avenida de la rivera del Danubio (Dunapart) en el lado de Buda, así como el puente de las cadenas, y los peatones se adueñan del asfalto por un día. En la orilla de Buda cerrada al tráfico se monta un mercado interesante, aunque supermasificado de gente. En él se muestran y se venden todo tipo de artesanía, en hierro, madera, cuero, vidrio, porcelana y demás, junto con puestos gastronómicos en los que se venden los famosos langós, chorizos, morcillas, szalona y demás productos típicos, así como helados, granizados, bebidas y rétes. Y todos los años es lo mismo. En mi opinión, los precios son bastante elevados y la calidad de muchos de los productos (especialmente los gastronómicos) deja un tanto que desear, además de la marabunta de gente que hay. Pero esto es solo mi opinión. Pese a todo es recomendable ir al menos una vez, sobre todo para los turistas, y echar un vistazo, porque hay mucho producto típico húngaro interesante. Pero vamos, que visto un año, visto todos. Y por supuesto, es el sitio perfecto para comprobar la fascinación de los húngaros por las colas :D


Mercado junto al Danubio (fuente: welovebudapest.com)


En ese mismo lugar hay dos atracciones principales más: en primer lugar, se presenta la tarta del año (Az ország tortaja, literalmente "la tarta del país"). ¿Qué es esto? ¿He dicho alguna vez que los húngaros se pirran por el dulce? Creo que sí. Desde el año 2007 muchas pastelerías húngaras crean una tarta nueva y especial, que tras ser convenientemente evaluada y degustada por un privilegiado jurado, delibera cual es su favorita y se la premia como la tarta del año. Aunque se conoce desde días antes, el 20 de Agosto se desvela la receta y se reparte de manera gratuita en un kiosko especial situado en el mercado que describí anteriormente. ¿Mi consejo? Evitar las enormes e impresionantes colas que se forman y probarlo algunos días después en cualquier pastelería, previo pago. Eso sí, el precio de estos pasteles es más elevado que los del resto. Me parece un poco de morro, pero bueno, la verdad es que las tartas son curiosas (pese a todo yo me quedo con mis idolatradas y tradicionales Dobos torta y Eszterházy torta, lo siento pero aún no las ha superado nadie). La tarta de este año es una a base de caramelo y pálinka de albaricoque, y la verdad es que promete. La del año pasado fue la Somlói-revolúció, una especie de Somlói galuska reconvertido en tarta que no estaba mal, la verdad.


Somlói-revolúció, la tarta ganadora en 2014, a punto de ser devorada por mis fauces.


Desde luego creo que pocos países organizan todos los años una competición por crear una nueva tarta. Hungría es un paraíso para cualquier amante del dulce, entre los que yo me incluyo, por supuesto.

El otro gran evento, y en mi opinión el que de verdad merece la pena, son los hermosos fuegos artificiales que lanzan a las 9 de la noche desde algunos barcos en el centro del Danubio, el puente de las cadenas y, por primera vez este año, desde el monte Gellért. Conviene llegar un poco antes para coger un buen sitio, aunque en realidad tampoco es tan importante esto pues tan solo hay que mirar hacia arriba. Los colores verde, rojo y blanco son obviamente las estrellas del espectáculo.


Fuegos artificiales lanzados desde el puente de las cadenas, el 20 de Agosto.


Mencionar también que es una jornada de puertas abiertas en el parlamento, es decir, que formando una kilométrica cola se puede visitar este impresionante edificio. Recomiendo no ir nunca este día, ya que el parlamento de Budapest se puede visitar de manera gratuita para los ciudadanos de la Unión Europea casi cualquier día del año, tan solo hay que reservar cita en las oficinas que hay situadas en la parte inferior, al lado del Danubio. Por algún motivo que desconozco miles de personas deciden ir este día y perder varias horas haciendo esta cola. Pero para gustos.

En la zona del castillo de Buda hay otro mercado que dura varios días y que nunca he visitado, principalmente porque hay que pagar una entrada que creo que ronda los 10 euros, que solo incluye el acceso para ver puestos de artesanía, comida y bebida. Para mi esto es un concepto un tanto extraño del que huyo, pero hay gente que paga la entrada y supongo que disfruta de más tranquilidad que el saturado mercado del Danubio. Ojo que hay más ferias de artesanía en Budapest donde por el mero hecho de entrar ya te hacen pasar por taquilla. Vivir para ver.

Fuera de Budapest, debo mencionar el carnaval de las flores de Debrecen, pero creo que merece una entrada exclusiva aparte por su espectacularidad, que escribiré en un futuro. Como adelanto mencionar que es un desfile de carrozas y disfraces hechos con miles de flores naturales. Un espectáculo que todo el mundo que pueda y esté en Hungría debería ver al menos una vez.

domingo, 16 de agosto de 2015

Lago Velence

Velencei-tó (en castellano: lago de Venecia), es el tercer mayor lago de Hungría, tras el Balaton y el lago Tisza. Es el más cercano a Budapest de los tres y está menos masificado que el Balaton, por ello su importancia turística ha crecido enormemente en los últimos años.

Hungría es un país sin salida al mar, pero los húngaros se las han apañado para crear sus propias playas artificiales aprovechando los lagos con los que cuenta el país. Claro que no es lo mismo, pero sin duda es una buena idea para desconectar de la estresante Budapest, y tras menos de media hora de viaje uno puede tumbarse al sol o darse un refrescante baño en estas pseudoplayas.


Lago Velence.


El lago Velence apenas cuenta con una superficie de 25 kilómetros cuadrados, 11 de longitud y una profundidad media de 1,6 metros. Sus reducidas dimensiones permiten que el agua llegue incluso a los 29 grados de temperatura durante el caluroso verano continental húngaro. Se encuentra a 48 kilómetros de Budapest, aproximadamente unos 20 minutos en coche por la autopista M7 y una media hora en los modernos trenes que enlazan la capital con la ciudad de Székesfehérvár, y que recorren la costa sur del lago. Y esta es sin duda la principal ventaja, ya que el Balaton requiere al menos una hora y media de tren para alcanzar su costa sur, que pueden ser 2 ó 3 si queremos ir a la parte norte u oeste, por lo que una escapada de un solo día puede hacerse algo pesada por el viaje. Eso sí, Velence no puede competir en belleza con el Balaton.

El lago me recuerda a una versión reducida de su hermano mayor. La parte sur está totalmente urbanizada y allí están los hoteles y las playas más populares, además es totalmente llano. El norte es más natural y tranquilo, con mucha gente de pesca y menos urbanizaciones, y tiene pequeñas colinas.

La playa más popular es sin duda la recientemente inaugurada Korzó, situada en la localidad de Velence (la primera parada del tren en el lago). Es de acceso gratuito, de arena (artificial), cuenta con una pequeña galería comercial con sus tiendas de ropa, bañadores, gafas de sol, supermercado... y en el exterior hay varias terrazas, cafés y restaurantes. En la playa hay varias zonas adaptadas para el baño, junto a algunos cisnes que se mezclan con los bañistas (a los cuales es mejor no molestar si no se quiere recibir un picotazo, claro). Pueden alquilarse pedales o pequeñas barcas a motor. Los fines de semana se satura bastante, y conviene madrugar para encontrar sitio. Entre semana, sin embargo, es mucho más tranquila (que es cuando yo estuve y tomé las fotos).


Playa de Korzó.

Paseo de Korzó, junto a la playa.



Más al oeste, en las pequeñas localidades de Gárdony y Agárd hay varias playas más, algunas gratuitas y otras de pago. La diferencia entre los dos tipos es mínima, las de pago tienen un césped ligeramente más cuidado, vestuarios y alguna piscina pequeña para niños, y te cobran una entrada que ronda los 2-3 €. Las gratuitas (szabadstrand en húngaro), están menos cuidadas y no tienen ningún tipo de servicio (por no haber no hay ni socorrista). También hay restaurantes, hoteles, cafés, heladerías y kioskos repartidos por la costa sur. Puede practicarse el wakeboard, muy popular en Hungría.


Wakeboard en el lago.


En la zona norte, los pueblos de Sukoró y Pákozd son interiores, y no están junto a la costa del lago. La parte oeste es en realidad un reservorio de aves, cuenta con grandes zonas de juncos y no está preparada para el baño. Puedo recomendar un restaurante, situado a norte, con una excelente sopa de pescado húngara (halászlé), llamado Szúnyogszigeti halászcsárda. Lo único malo es que, aunque está en una especie de península, la terraza no cuenta con buenas vistas del lago. Pero la comida merece la pena. No solo la sopa, también el hekk (merluza rebozada) es excelente. Para llegar hace falta coche o bicicleta.


Zona de pesca en la orilla norte, más tranquila.

Sopa de pescado húngara o halászle, en Szunyogsziget.


Y hablando de bicicletas, Velencei-tó cuenta con un bicicarril que recorre casi todo el lago por un circuito de unos 30 kilómetros, perfecto para hacerlo en un día, y al cual se acercan muchos ciclistas. Una especie de minibalaton en bicicleta, del que ya escribí hace algunos meses.

Este lago es una escapada sencilla y muy recomendable desde Budapest, para pasar el día, el fin de semana, o, debido a su cercanía, simplemente una tarde de verano. Y más aún con esta ola de calor que asola Hungría, y que ha tenido al país entero pegado al aire acondicionado o al ventilador durante semanas. Parece que por fin el mercurio comenzará a bajar.


Bicicarril del lago, cerrado al tráfico.

Campos de girasoles desde el tren.

viernes, 7 de agosto de 2015

Lovasi András

András Lovasi es un famoso cantante, guitarrista y compositor húngaro, nacido en la ciudad de Pécs en 1967. En el año 1987 formó junto a sus amigos del instituto el grupo Kispál és a Borz (Kispál y el tejón, en castellano), que se disolvió en 2010. Aún así, sigue siendo una de las bandas más famosas de Hungría. En el año 2005, András Lovasi formó otro grupo llamado Kiscsillag (Pequeña estrella, en castellano), que continúa en activo hoy en día.




Kispál és a Borz ha sido el grupo musical por excelencia de András, y prácticamente publicaron un disco al año durante los 23 años de existencia del grupo, de los cuales 11 son álbumes de estudio, a los que hay que sumar grabaciones de conciertos, maquetas y demás. Dieron decenas de giras por toda Hungría y la cuenca de los Cárpatos (donde viven las minorías húngaras). Los últimos años  del grupo fueron de menor actividad, sobre todo porque el líder y cerebro del grupo, András Lovasi, estaba inmerso en su nueva banda Kiscsillag. Otro miembro muy importante de la banda es András Kispál, considerado uno de los mejores guitarristas de Hungría. El grupo se despidió por todo lo alto dando un último concierto de más de 3 horas ante unas 45.000 personas en el festival Sziget de Budapest del año 2010.




Ese mismo año Lovasi recibió el prestigioso premio nacional musical Kossuth. Un año antes, en 2009, se presentó por el partido político LMP (los verdes, ecologistas), para las elecciones al parlamento europeo. La fama y el éxito han hecho a András Lovasi vivir una vida vertiginosa e intensa, según dicen los rumores, y la verdad es que esto se nota en el escenario, cuando adquiere ese gesto y esa actitud de los viejos rockeros, curtidos en mil conciertos, que ya han pisado miles de tablas y escenarios.

Os dejo con varios vídeos de mis temas preferidos. Tened en cuenta que tienen ya algunos años, sobre todo los de principios de los 90. El primero se titula "Húsrágó hídverő", es mi favorito, y bastante conocido, aunque no es el más famoso de la banda. Después viene "Ha az eletben", este sí que probablemente sea uno de los más emblemáticos. Por último os dejo con un tema más tranquilo y reflexivo, "Hang es fény".






lunes, 3 de agosto de 2015

Rincones de Budapest (X) : Estación de Keleti

La estación de Budapest-Keleti (traducido como "estación del este") es la principal estación de trenes de la capital húngara, y la más oriental de ellas, de ahí su nombre. La mayoría de trenes internacionales que llegan o salen de Budapest lo hacen a través de este lugar. De aquí parten rutas hacia Viena, Bratislava, Praga, Alemania, Serbia o Rumanía entre otras, además del servicio nacional ferroviario a las principales ciudades del este de Hungría, como Debrecen, Miskolc o Nyíregyháza.

El edificio es un gigantesco monumento en sí, y no debería faltar en nuestra visita a Budapest, aunque no tengáis intención de tomar ningún tren. Se construyó entre los años 1881 y 1884 con el diseño de Gyula Rochlitz y János Feketeházy. Se encuentra en la plaza Baross Tér junto a la avenida Rákóczi. La eterna construcción de la línea 4 de metro tuvo esta plaza patas arriba durante años, de hecho la primera vez que vine a Hungría ya estaba en obras, y pensé que nunca lo vería terminado.

Su fachada principal, en la foto, tiene 43 metros de altura. A Keleti es fácil llegar mediante las líneas 2 ó 4 de metro, o paseando por la avenida Rákóczi desde Ferenciek tere.



sábado, 1 de agosto de 2015

P'aquí, p'allá...

Se avecinan tiempos de cambio. Cambio de ciclo. Hace ya algunas semanas que me marché de Hungría por una temporada indefinida, la mayor desde que hace 6 años aterrizase en este hermoso país. Un tiempo inolvidable en la tierra de los magiares, que me ha acogido de maravilla. Y a la cual volveré, claro, en muchas ocasiones. Pero, por el momento, los días de pasarse las horas metido en un cilindro de aluminio atravesando nubes, los interminables viajes en tren o autobús, en definitiva, esas jornadas viajeras que comienzan antes de que salga el sol y terminan bien de noche, y que tan bien conocemos los euro-expatriados, tendrán que esperar. A esos viajes dedico el título de la entrada, tomado prestado de una canción del grupo cántabro “La Fuga”, que simboliza eso de vagar de un sitio a otro, de un país a otro (aunque el sentido de la canción es distinto, pero bueno).

De momento tengo pensando seguir con el blog. Claro que ahora las entradas ya no serán literalmente “desde Hungría”, como dice el título, pero sí que seguiré en contacto con Hungría y los húngaros. Con la rabiosa actualidad, con las anécdotas, costumbres y rincones de un país que nunca deja de sorprenderme. Aún hay mucho que contar de Magyarország y sus alrededores.

Aprovecho para dar las gracias a todos los lectores del blog, los ocasionales y los habituales, que no han parado de crecer desde que hace más de un año clickase el botón de “publicar entrada” por primera vez. También agradecer los comentarios y emails. Porque al final esa es la energía que me mueve a escribir las entradas del blog. Eso, y, por supuesto, mi amor por un país llamado Hungría.



Último atardecer en el aeropuerto de Budapest, terminal 2A. Recuerdo que llegué por primera vez a Hungría en un vuelo de la ya extinta Málev, cuando funcionaba la ya clausurada Terminal 1 del entonces llamado aeropuerto Ferihegy. Me marché en un vuelo de Lufthansa por la Terminal 2 en el ahora llamado aeropuerto Liszt Ferenc. Es curioso cómo pasa el tiempo.
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