lunes, 30 de noviembre de 2015

Szeged congelado y desde el aire

Hace ya unos años, tuve la oportunidad de realizar un vuelo en avioneta sobre la ciudad de Szeged, durante el mes de Febrero de uno de los inviernos más duros de los últimos años en Hungría. Tal era el frío y la nieve que de hecho pensé que el vuelo se cancelaría, pero nada más lejos de la realidad, el piloto dijo que no era problema. Cuando llegamos, estaba calentando el motor de la vieja Cessna en la que íbamos a volar con una estufa, lo cual, dijo, evitaría que se congelase y parase en pleno vuelo.

Tuvimos la doble suerte de que nos llevasen durante una clase de autoescuela aérea, con un piloto de prácticas y otro piloto a su lado, con lo que la duración del vuelo fue mayor de lo normal, además el piloto era húngaro-argentino y hablaba castellano, lo cual agradecí, ya que por aquel entonces apenas entendía un poco del idioma magiar. Un saludo a Esteban si algún día llegase a leer esto. Me consta que hoy en día ya maneja pájaros más grandes.

Sobrevolar Szeged totalmente nevado con el río Tisza congelado y cuya superficie también estaba nevada fue una experiencia fantástica. También se puede hacer el vuelo nocturno, aunque no es precisamente Szeged una ciudad que cuente con mucha iluminación, pero parece interesante. A pesar del pequeño tamaño de la avioneta, no mayor que el espacio de un automóvil, fue un vuelo bastante cómodo y tranquilo. Digamos que he tenido vuelos mucho más moviditos en los Boeing y Airbus. Es una experiencia que recomiendo a todo el mundo, y no es especialmente cara. En mi caso fue un regalo que disfruté como un niño. Podéis contactar con la empresa en la web rivair.hu. También realizan vuelos privados a otras ciudades de Hungría y países cercanos (no muy lejos debido a la escasa autonomía de estas pequeñas avionetas).

Os dejo unas fotos de la ciudad durante nuestro vuelo.


Szeged, con su Nagykörút y las torres de la catedral en el fondo.

Puente Bertalan sobre el río Tisza congelado y nevado.

Puente del centro de la ciudad (Belvárosi híd).

Plaza de la catedral (Dóm tér) y Belvárosi híd.

Antigua torre de agua, en Szent István tér.

Torre de comunicaciones junto al pequeño lago Zápor congelado.

Distrito de Tarján, construido en la época socialista.

La avioneta en la que volé es la del fondo, con decoración marrón. El piloto está calentando el motor con la chimenea de una estufa para evitar que se congelase al poco de despegar.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Dulce Budapest (IV) : Chez Dodo, Luis Teaház, Fragola

Hace ya tiempo inicié una serie de entradas sobre tiendas y establecimientos de Budapest que me encantaban a la hora de darle al dulce. La capital húngara, al igual que el resto del país, es una ciudad muy golosa, amante de las tartas, los pasteles y todo lo relacionado con el azúcar. Además, estos meses de oscuridad y frío son la mejor época para los planes "de interior". La entrada de hoy es por partida triple, con tres sugerencias más: los deliciosos macarons de Chez Dodo, los tés y muffins de Luis Teaház, y los helados de sabores imposibles de Fragola.


Chez Dodo

No sé si tiene los mejores macarons de Budapest, porque es casi imposible probarlos todos, pero desde luego me atrevo a decir que los de aquí son excelentes. La tienda está muy cerca de la basílica de Szent István. Los precios son algo elevados, en torno a 1 € por cada macaron, que apenas son dos bocados, pero merece la pena darse un día el capricho. Hay de muchos tipos y los hacen de manera artesanal constantemente, allí mismo, junto al mostrador y el escaparate, por lo que no hay trampa ni cartón. Se pueden tomar allí con un té o café en una de las escasas mesas que hay en este pequeño local, o pedir para llevar (o para regalar en una cajita). La dirección es Sas utca 7.






Luis teaház

Es uno de los grandes descubrimientos de mi antiguo y querido barrio, Újlipótváros, el distrito XIII de Budapest. Una pequeña tienda llena de detalles decorativos para hogar y decenas de tipos de té para comprar o tomar allí mismo. El paraíso de los amantes de esta bebida. Además también tienen muffins caseros deliciosos. El local es diminuto y apenas hay una mesa, pero casi siempre está libre porque la mayoría de gente compra cosas para llevar. La pena es que es una tienda, no una cafetería, y su horario incluye domingos y tardes de sábado cerrados, aún así merece la pena venir aquí. Está en Hollán Erno 14.






Fragola

The last but not the least es Fragola, una franquicia de heladerías muy curiosa y famosa por sus sabores extraños e imposibles con las cremas heladas. Los precios son algo elevados y las bolas relativamente pequeñas, pero lo compensan sus curiosos sabores. Algunos ejemplos: cavernet sauvignon, vino aszú de Tokaj, queso gorgonzola con piñones, bayas de espino cerval, galletas de chocolate, nutella, gengibre, tarta de queso, lavándula con limón o higo con caramelo. ¡Como para no probarlos! En Budapest hay varias tiendas por toda la ciudad: Nagymező 7, Károly körút 3, en Pozsony utca, así como en Buda en Csévi út 7.


jueves, 12 de noviembre de 2015

Cserpes Tejivó

Cserpes Tejivó (en castellano sería algo así como "Lechería Cserpes"), es una marca de productos lácteos húngara, que además posee varios locales especializados en lácteos, bocadillos y repostería, para llevar o tomar allí mismo. Son muy conocidos y concurridos entre los húngaros, no tanto entre los extranjeros, aunque cada vez se ven más foráneos (normalmente llevados por los locales).

La historia de estos establecimientos es interesante. El dueño, István Cserpes, un conocido empresario magiar, comenzó con un negocio de quesos y derivados lácteos, mercado hoy en día conquistado por las grandes empresas como Mizo o Danone, aunque apostando por la calidad y evitando el uso de conservantes y colorantes artificiales. Logró hacerse un hueco en el país y, además de distribuir sus productos por los supermercados y tiendas, abrió un local en Budapest en el año 2012. El éxito fue inmediato y desde entonces ya ha abierto varios más en la capital húngara. El más concurrido y popular es el que está en Deák tér, en pleno centro, junto a las clásicas franquicias como McDonald's o Starbucks, atiborradas de turistas y extranjeros que desconocen la existencia de Cserpes.




También hay otro Cserpes en Corvin Plaza, junto al centro comercial, y me consta que han abierto alguno más en Buda (en el centro comercial Allee). Desde luego es toda una apuesta por la comida relativamente sana en un país amante de la grasa y la carne del cerdo y todos sus derivados, donde a veces encontrar una lechuga puede ser toda una odisea. Yo suelo acudir (solía, en realidad) al de Deák.

El funcionamiento de estos locales es sencillo: para pedir hay que ponerse a la cola, que a veces llega hasta la calle, aunque avanza muy rápido, ya que suele haber varias personas atendiendo. Eliges lo que quieras del mostrador o de las pizarras, pagas y te vas a una mesa a comer. La que está junto a la ventana (en Deák) es difícil de conseguir, aunque en el piso de arriba hay también una zona bastante agradable. El local no es demasiado grande, y en las horas punta puede ser difícil pillar sitio. La decoración es moderna pero curiosa, sin duda lo más característico son las lámparas (bombillas dentro de botellas de leche de vidrio) y los lavabos (que en realidad son cubos para ordeñar las vacas).


Cserpes de Corvin.


Cserpes de Deák.


Mis favoritos son los bocadillos (muchos con pan integrales o con cereales), sin duda, el de jamón serrano (de la raza de cerdo húngara mangalica) o los de ensalada y huevo, también hay tostadas muy buenas recién hechas (estas tardan algunos minutos desde que las pides), ensaladas, macedonias y yogures. Para beber, el café o los batidos de frutas están muy ricos, aunque la especialidad de la casa son los lácteos, claro.

Mucha gente que trabaja por la zona viene en su descanso a devorar algo rápidamente antes de volver al trabajo, o simplemente compra para llevar. Por las tardes y los fines de semana el ambiente es algo más tranquilo.



Algunas de mis visitas a Cserpes. Hay cosas más sanas que estas, lo admito, pero a veces la tentación es un arma muy poderosa. Al menos en Cserpes se atreven a meter lechuga en un bocadillo, toda una locura en Hungría.


Un lugar muy recomendable para almorzar, merendar o tomar algo en Budapest. El único "pero" podrían ser los precios: no es un sitio barato, aunque tampoco excesivamente caro, teniendo en cuenta que son productos de elaboración diaria (o eso dicen al menos), aunque también es verdad que no hay servicio (tú lo pides y tú lo llevas).

Por cierto, he de confesar mi adicción a los yogures de Cserpes, disponibles en muchos supermercados, además por un precio muy razonable. Los recomiendo encarecidamente, son los de la foto.


jueves, 5 de noviembre de 2015

Rám-szakadék (ruta de las cascadas) y Dobogókő

Muy cerca del cayado del Danubio, en el lado occidental, están los montes Pilis, donde se pueden hacer bastantes excursiones, sobre todo ahora que llega el otoño. Si el otro día recomendaba una ruta por el giro o cayado del Danubio, hoy quería escribir de otro camino no menos interesante: Rám-szakadék, o la ruta de las cascadas.

Comienza en el pueblo de Dömös, en la orilla occidental del Danubio, al que se llega siguiendo la carretera que sale desde Budapest hacia el norte, y pasa por Szentendre y Visegrád. Nada más llegar a Dömös, si miramos a la otra orilla veremos los montes del recorrido del que escribí la otra vez, incluso se puede apreciar la cueva. Debajo, junto al río, pasan las vías del tren, las cuales recorren las rutas internacionales que parten desde Keleti hacia Bratislava, Praga o Berlín, entre otras.


Vistas del giro del Danubio desde el embarcadero de Dömös.


Para ir a Dömös en transporte público hay que tomar un autobús que sale desde la estación desde Újpest-Városkapu (al final del metro 3, al norte, penúltima parada). Es la línea 880, que termina en Esztergom, en un viaje algo largo, ya que va parando en todos los pueblos (con varias paradas en cada uno). Podéis consultar los horarios en volanbusz.hu

Hay que bajarse nada más entrar a Dömös, creo recordar que es la parada del embarcadero (hajóállomás), porque el camino sale desde aquí. Antes, merece la pena acercarse a la orilla del río y disfrutar de las vistas de la primera foto.

Sin adentrarnos mucho en el pueblo, tomamos la calle Királykúti, que se adentra entre los montes Pilis por un valle, y junto al río que nos ofrece los pequeños saltos de agua característicos de esta ruta. La peculiaridad es que algunos tramo se hacen dentro del propio lecho del río, y algunas cascadas se ascienden por unas escaleras construidas junto a la caída de agua. Dejaremos la casitas del pueblo para dentrarnos en plena naturaleza. Enseguida llegamos a una pequeña iglesia de madera (Szentfa kápolna), construida en medio del bosque, para continuar ascendiendo cada vez más. Desde este punto, en la iglesia, parte otra ruta que sube al mirador de Prédikálószék, que tiene unas vistas espectaculares del Danubio y los montes nada envidiables al Julianos kilátó de la anterior excursión, sin embargo es recomendable venir otro día para subir aquí, pues realizar la ruta de las cascadas y subir al Prédikálószék el mismo día me parece excesivo.


Calle Királykút, en Dömös, desde la cual parte la ruta a Rám-szakadék.

Está perfectamente indicada con carteles, pese a todo, no está de más llevarse la ruta descargada en el móvil, por si acaso.


Ir por el lecho del río es bastante agradable, en las zonas más complejas (en realidad ninguna tiene mucha dificultad) hay una barandilla de acero clavada en la roca a la cual agarrarse, y, como dije, la parte más espectacular son las escaleras que suben junto a las pequeñas cascadas, también de acero y clavadas en la roca. Al final hay un pequeño puente de madera y llegamos arriba, a un merendero con mesas y bancos de maderas perfecta para reponer fuerzas con un bocadillo. Desde aquí se puede volver dando una pequeña vuelta por Lukács-árok, que es otro camino del mismo estilo que baja de nuevo a Dömös (entre semana se puede bajar también por donde hemos venido, pero los fines de semana, cuando la ruta está más concurrida, en teoría se debe hacer el recorrido circular para no montar colas en las escaleras cuando se juntan grupos de subida y bajada a la vez, pero mucha gente no lo sabe y hace lo que le viene en gana, en cualquier caso no hay nadie controlando).

Lo ideal es que el río lleve agua (si no las cascadas quedan muy descafeinadas), aunque tampoco mucha para no terminar empapados. No conviene ir después de una época lluviosa, pero tampoco tras una época seca. Lo mejor es elegir una semana en la que haya llovido algún día. Llevar botas de montaña o calzado de deporte y estar preparados para pisar algo de barro. Para los más alocados queda la época invernal, con nieve y las cascadas congeladas, pero me parece bastante peligroso y desaconsejable.


Una barandilla siempre acompaña a las partes más difíciles.

Escalera junto a una de las cascadas del recorrido.

Otra cascada.


El día que yo estuve, decidimos seguir adelante en lugar de volver a Dömös y subir a una de las cumbres más famosas de Hungría, Dobogókő, que está bastante cerca y a la cual se llega subiendo un camino entre árboles que dan una sombra agradable. La verdad es que Dobogókő me decepcionó un poco, tiene mucha fama, pero no es más que un mirador (que además queda ya lejos del Danubio) y un gran parking en su cumbre (obviamente de pago, como todos los de Hungría), para aquellos que quieren subir hasta aquí en coche. Hay un par de bares y otro par de restaurantes bastante cutres y más bien caros. Vamos, una turistada. Pero el caso es que el sitio tiene una fama inmerecida dentro de Hungría, probablemente por albergar una pequeña pista de esquí relativamente popular en invierno. Sin embargo, la ruta de las cascadas es muy bonita y recomendable. Y Dobogókő, pues no está mal para echarle un vistazo, pero después de haber visto las cascadas, no es nada del otro mundo.


Camino para subir a Dobogókő desde el merendero.

Mirador de Dobogókő, con el Danubio haciendo su giro.


Para volver, tomamos un autobús (el 860) que sube cada hora, más o menos hasta el parking de Dobogókő, y que va hasta Pómaz (cerca de Szentendre), donde hay parada de HÉV (tren cercanías que va a Budapest). Pomáz no tiene mucho encanto, la verdad, es más bien una localidad dormitorio cercana a Budapest, si os acercáis no está de más echar un vistazo al palacio Teleki. Frente a la parada del HÉV hay una deliciosa pastelería, Maroti Cukrászda, perfecta para esperar el tren con un buen café y un trozo de alguna de las deliciosas tartas que preparan. Esta vez me decanté por una cheesecake. Mucha gente entraba a pedir helados, no los probé pero tenían buena pinta también.


Palacio Teleki de Pómaz.

Pastelería Maroti, un must de Pómaz.
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