domingo, 11 de enero de 2015

Memento Park, las estatuas comunistas

Cuando el régimen comunista cayó en Hungría en 1989, Budapest estaba lleno de estatuas y monumentos de este período de la historia del país. En lugar de fundirlas y vender el metal al peso, como hicieron en otros sitios, el gobierno húngaro decidió trasladar algunas de las más significativas a las afueras de la ciudad, creando un pequeño parque de pago donde se exhiben (una idea mucho más lucrativa). Es Memento Park.

El mayor problema de llegar aquí es la distancia. Se encuentra muy alejado del centro, en la periferia de Budapest. Hoy en día el tiempo de viaje se ha reducido gracias a las nuevas infraestructuras de la capital, pese a todo se tarda en torno a 30-40 minutos desde el centro. Hay que tomar el metro 4 hasta Kelenföld (la última estación de Buda), y desde aquí el autobús 150 en dirección a Budateteny-Campona, que tras unos 15 minutos de viaje nos deja cerca de la entrada, en una parada llamada Memento Park. Hasta hace no mucho el viaje podía durar más de una hora (la línea 4 del metro la inauguraron este mismo año, y el autobús en realidad va a Campona, un centro comercial construido hace pocos años). Desde el centro parten autobuses directamente al parque, pero no son municipales y son bastante caros. El parque abre a las 10 de la mañana y cierra al anochecer, ya que no tiene iluminación.

El precio de la entrada es de 1.500 forint (unos 5 €) el ticket normal o 1.000 forint (3,30 €) el ticket de estudiante (ojo, no vale cualquier carnet de estudiante, hay que tener el húngaro o la tarjeta ISIC). A esto hay que sumar el precio del viaje, otros mil forint más en tickets de metro y bus.

A la entrada del parque, desde fuera, nos saluda un muro de ladrillo donde pueden verse las primeras obras: la estatua de Lenin, el busto de Marx y Engels y las botas de la antigua estatua de Stalin (que estaba en Varosliget y fue derribada durante la revolución de 1956). Una vez entramos no hay mucho más: alrededor de una docena de estatuas o monumentos en un pequeño parque que se recorre en unos 20 minutos como máximo parando a tomar fotografías, sin ninguna explicación más que unos pequeños cartelitos con el nombre de la obra y su ubicación original en Budapest. A la salida hay un Trabant (en bastante mal estado) y una cabina donde supuestamente se escuchan mensajes grabados de Stalin (el día que yo fui estaba cerrada con un candado).

Con todo esto me refiero a que a los que no sean muy entusiastas no les merecerá la pena invertir una mañana o una tarde de su viaje a Budapest yendo hasta tan lejos para no ver mucho, además del alto precio de la entrada teniendo en cuenta lo que ofrece. En mi opinión, hay mejores cosas que hacer en Budapest, pese a que muchas guías anuncien este sitio a bombo y platillo. Ahora, si os sobra tiempo y tenéis curiosidad, adelante.

Sobre porqué no se dejaron las estatuas en las calles de Budapest, hay varios motivos. Primero, para mucha gente fue una época oscura y dolorosa de la historia debido a la fuerte represión por parte de Moscú y la URSS, por otro lado forman parte de la historia del país (guste o no guste es así), y por último, en las calles de Budapest no hubiesen durado mucho sin ser saboteadas o destruidas. Y claro está, es un floreciente negocio para las arcas municipales.

Os dejo unas fotografías de mi visita:


Estatua de Lenin a la entrada

Estatua de Marx y Engels.

Soldado soviético libertador.






Homenaje a las Brigadas Internacionales españolas.


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