domingo, 12 de julio de 2015

Problemas reales (emigración) e imaginarios (inmigración)

Una de las habilidades más características de los políticos populistas, como los del actual gobierno húngaro (y muchos otros países), es la de crear problemas de asuntos banales o directamente de la nada, haciéndolos parecer finalmente cuestiones de gran envergadura, y así tapar otros problemas verdaderamente importantes que dichos políticos no saben o no pueden arreglar.

En el caso húngaro, probablemente el más notorio sea el de la cuestión emigración-inmigración. Fidesz ha lanzado una cruzada contra la inmigración, un fenómeno nuevo en este país (y que en realidad ni siquiera tiene como objetivo el asentarse aquí, sino cruzarlo hacia Alemania o Suecia), y sin embargo, apenas se pronuncia contra la emigración, un auténtico drama que sufre Hungría. No en vano se dice que la segunda ciudad con más húngaros (tras Budapest) es Londres. Y en Irlanda, Alemania o Austria hay enormes colonias que suman cientos de miles de húngaros. Pero vayamos por partes, porque el tema es complejo y tiene su miga. Comencemos con el problema real: la emigración.

La emigración de jóvenes húngaros, como mencionaba, tiene dimensiones de drama nacional. Muchos son universitarios que, con el título recién adquirido en mano, se marchan de su país rumbo a Alemania o Inglaterra para cuadruplicar el salario que tendrían en Hungría y poder llevar una vida digna, ahorrar y volver al cabo de varios años con un buen fajo de billetes (o no volver). Jóvenes formados con dinero público húngaro que se marchan al exterior a cotizar y pagar sus impuestos fruto de su trabajo en otro país. No se les puede culpar, desde luego. Hace algunos años, el gobierno de Fidesz decidió que los universitarios que recibiesen una beca para sufragar sus estudios, tendrían que firmar un contrato para ejercer en Hungría durante un mínimo de varios años tras titularse, aunque si se pagaban los estudios de su bolsillo, podían marcharse cuando quisieran, incluso nada más graduarse. La mayoría no lo han dudado: han pedido un préstamo al banco para pagarse la carrera, dinero que devolverán sin problema cuando trabajen en Europa occidental. Esto ocurre especialmente con la carrera de medicina (que yo mismo estudio, y conozco húngaros que lo hacen), aunque también sucede con otras carreras universitarias.

Pero no solo se marcha gente con estudios superiores, también trabajadores sin cualificación o con estudios intermedios se van con el mismo objetivo. En muchos casos, sus remesas ayudan a las familias de Hungría a llegar a fin de mes. Estas mismas remesas son una parte fundamental de la economía nacional, que incrementan el consumo interno y ayudan a cuadrar las cuentas estatales vía impuestos. Mucha gente ahorra para poder comprarse una casa en Hungría (con unos cuantos años de estricto ahorro y salario alemán o británico se puede pagar una casa en Hungría a toca teja), y luego poder vivir sin una hipoteca que extinga su ya de por sí escueto salario.

Pero el gobierno no habla de esto. Ni quiere, ni puede. Si sube los salarios por decreto, las multinacionales se irían a otros países con mano de obra más barata, subiría el paro y comenzaría el caos. Así que le ha venido como anillo al dedo el nuevo fenómeno al cual Hungría no estaba acostumbrada: la inmigración. Al fin y al cabo, si la gente viene de otros países a Hungría, será que los húngaros no están tan mal. O que están mal, pero otros están mucho peor. Ese es el mensaje que pretende transmitir el gobierno. Y con esto, pasamos al problema imaginario: la inmigración.

Todo comenzó hace dos o tres años. Hay que mencionar que Hungría es un estado de húngaros, con algunas pequeñas minorías, pero fundamentalmente de húngaros. Los extranjeros se dividen fundamentalmente en tres grupos: turistas, estudiantes y algunos trabajadores cualificados de los cientos de multinacionales que han venido a Hungría atraídas por los bajos salarios (ellos al venir de fuera obviamente negocian un sueldo más elevado). Es decir, que aquí los extranjeros son vistos, en general, como gente pudiente, con dinero, que llena las terrazas de los restaurantes, las tiendas de moda del centro, los balnearios, alquila las casas del centro (inaccesibles para la mayoría de los húngaros) y que para muchos llevan directamente el símbolo del dólar o el euro en la frente (ojo, no quiero que esto se malinterprete, porque cuando conoces realmente a los húngaros, te das cuenta que son gente maravillosa y muy hospitalaria, pero si eres un turista anónimo y desconocido, entonces probablemente seas uno de los que llevan el símbolo del dólar en la frente, pero vamos que en la España turística es igual).

Y esto ocurre no solo en Budapest, sino también en las principales ciudades de Hungría (Debrecen, Szeged o Kecskemét, aunque obviamente, en estas la colonia extranjera es mucho menor que en la capital). Esto significa que no son percibidos como gente que venga a buscarse la vida, trabajar, cobrar ayudas o delinquir (como mucha gente los percibe en Europa occidental).

Sin embargo, hace poco, comenzaron a llegar oleadas de inmigrantes de este segundo grupo, con las manos en los bolsillos en lugar de vuelos en clase business. Y claro, estos ya no gustan tanto. Pero, ojo, casi ninguno viene con intención de quedarse en Hungría, pese a que el gobierno insista en hacernos creer esto. ¿Quiénes son estos inmigrantes, de donde vienen y cuáles son sus planes?

Los países de origen de los miles de inmigrantes que han comenzado a llegar a Hungría desde el año pasado son fundamentalmente cuatro: Kosovo, Siria, Irak y Afganistán. ¿Qué tienen en común? Los cuatro sufren o han sufrido guerras donde la OTAN y los países occidentales han tenido mucho que ver. Siria o Afganistán, que se encuentran en pleno conflicto bélico, o Kosovo (un estado fallido donde reina el caos) son el punto de partida. Tras cruzar Turquía y Bulgaria, se adentran en Serbia. Los kosovares directamente acceden a Serbia desde su país. De aquí suben hasta la frontera húngara, el primer punto de acceso a la anhelada Unión Europea y el espacio Schengen. Frontera fácil de cruzar a pie, por las zonas boscosas del sur de Assothalom o los terrenos pantanosos y poco poblados de las provincias de Csongrád y Baranya.


Un grupo de kosovares cruza la frontera entre Hungría y Serbia, cerca de Assothalom.


Una vez en Hungría, la mayoría cruzan el país rumbo a Alemania o Suecia, países tradicionales de acogida de estos inmigrantes. Tras llegar, aunque lo hayan hecho de forma irregular, tienen derecho a solicitar el asilo si proceden de países en guerra o si demuestran que son perseguidos por su etnia, religión o ideas políticas (esa es la teoría, aunque ya sabemos el tema de las "devoluciones en caliente"), convirtiéndose en refugiados legales. Y aquí comienza su sueño europeo (o infierno, según su suerte). Sin embargo, desde el año pasado muchos han solicitado directamente el asilo nada más pisar Hungría, pues una vez obtenido este, moverse por la UE hacia Alemania o Suecia es mucho más fácil. Es decir, que, pese a todo, siguen sin seguir queriéndose quedar en Hungría aunque consigan el asilo aquí (cosa que muy rara vez sucede,  ya que Hungría apenas tiene capacidad de gestionar refugiados). Solo entre Enero y Mayo de este año, Hungría recibió más de 40.000 solicitudes de asilo, lo que le convirtió en el segundo país con más solicitudes de la Unión Europea tras Suecia. En 2014 hubo 43.000, en 2013 fueron 18.000, y en 2012, apenas 1.000.

Los grandes grupos de inmigrantes atravesando Hungría a pie o incluso en tren enseguida llamaron la atención a las autoridades húngaras (muchas veces fueron granjeros y agricultores los que avisaron), y los enviaron a los escasos centros de refugiados del país, saturados inmediatamente. Muchos kosovares, que desde hace poco, en virtud de un acuerdo entre Kosovo y Serbia, pueden moverse libremente por Serbia, no dudan en comprar un billete de autobús a Belgrado y Subotica (al norte, cerca de la frontera con Hungría), donde prueban a cruzar la frontera a pie. Una vez dentro de Hungría, la ausencia de fronteras debido al tratado de Schengen les deja moverse libremente por sus países miembros.


Grupo de inmigrantes en la zona fronteriza entre Hungría y Serbia.


El gobierno vio una ocasión muy clara para lanzar una gran campaña sobre un problema inexistente: vienen miles, os quieren quitar los trabajos, os quieren imponer sus costumbres, no son europeos, no se integran. Pues no, como he explicado, instalarse en Hungría no es precisamente una de las prioridades de los refugiados que llegan al país de forma irregular.

Otro de los motivos del comportamiento del gobierno húngaro es sin duda el del auge de la extrema derecha (Jobbik), que compite con el gobierno y es la segunda fuerza política. Ya estamos acostumbrados a ver a Orbán escorarse a la derecha hasta rozar la rodilla con el asfalto (usando un símil motociclista), para luego no hacer nada de lo que dice o directamente retractarse. Son claros guiños a los votantes de Jobbik para atraerlos a su partido, el Fidesz. Otro claro ejemplo fue el de insinuar la restauración de la pena de muerte tras el asesinato de una joven estanquera a manos de un ladrón en la ciudad de Kapósvár hace algunas semanas. Estas palabras del primer ministro causaron estupor en toda Europa, para luego decir que en realidad no van a aplicar la pena de muerte. Pero de nuevo, otra ocasión que Fidesz no desperdició para hacer un guiño a los votantes de extrema derecha.

Otra de las ideas que se le ha ocurrido al gobierno ha sido lanzar una consulta ciudadana masiva sobre inmigración y terrorismo. Tal cual, las dos juntas, como si fueran de la mano una con otra. La TV pública se ha llenado de anuncios y reportajes sensacionalistas sobre estas oleadas de inmigrantes del último año (y también sobre Italia o Grecia), para intentar que la población rellene estas encuestas. Cosa que, hasta el momento, pocos se han molestado en hacer. Ni siquiera las manifestaciones contra la consulta han sido multitudinarias. Simplemente es que nadie se moviliza ni a favor ni en contra, porque nadie cree que la inmigración o el terrorismo sean el mayor problema de Hungría precisamente.

El siguiente esperpento que se le ha ocurrido al gobierno ha sido instalar enormes carteles con el mensaje: "si vienes a Hungría, no quites el trabajo a los húngaros". Esto es lo más lamentable de todo lo que he visto hasta ahora, por el alto número de emigrantes húngaros que se van a trabajar a Alemania, Austria, Inglaterra o Irlanda. ¿Se sienten ellos aludidos? ¿Tampoco se le ha ocurrido pensar al gobierno húngaro que entre esa gente que huye de la guerra, por ejemplo de Siria, puede haber médicos o enfermeros, que tanto necesita el sistema de salud húngaro, y a quienes no les importe trabajar por los 300 € al mes que paga?


Cartel del gobierno en Hungría, donde pone literalmente: "si vienes a Hungría, no quites el trabajo a los húngaros" (debajo, en el mismo cartel: "consulta nacional sobre inmigración y terrorismo").


Respuesta ingeniosa del MKKP (una especie de partido político cómico húngaro), que ha alquilado carteles publicitarios como el de la imagen, para parodiar la idea del gobierno húngaro. El de la imagen, dice en inglés "venga a Hungría. Nuestros trabajos están en Londres". La mayoría de estos carteles están en la carretera que une el aeropuerto con la capital, por donde pasan casi todos los extranjeros que, muchos, desconociendo la polémica, se quedan estupefactos (otro cartel famoso es el que pone: "sorry about our prime minister", es decir: perdón por nuestro primer ministro).


Pero hasta el momento, la guinda del pastel ha sido el anuncio reciente y repentino del gobierno de su proyecto para construir una valla de 4 metros de altura a lo largo de toda la frontera de Hungría con Serbia (175 kilómetros). Nadie sabe quién ha tenido esta idea, si el propio Orbán o alguien cercano a él, pero incluso al primer ministro serbio le pilló por sorpresa y apenas pudo ser diplomático en su respuesta, comparando la idea con un nuevo Auschwitz.

Hungría, el primer país que comenzó a desmantelar el telón de acero, la alambrada que la separaba de la vecina Austria a finales de los años 80, quiere erigir una nueva valla un cuarto de siglo después. Eso sí, el gobierno ha dicho que si España, Grecia o Bulgaria han construido sus propias vallas para frenar la inmigración, a ver porqué ahora Hungría no va a poder tener su propia alambrada. ¿Será cuestión de envidia entonces? Esto puede estar relacionado con el siguiente tema, las cuotas de refugiados en la UE. Quizás el gobierno ha pensado que, de acuerdo, si se les obliga a gestionar un porcentaje de refugiados, cuantos menos lleguen, menor será, así que se pone una valla y santas pascuas.


Ruta de los inmigrantes kosovares desde su país hasta Alemania, pasando por Hungría.


El gobierno húngaro rechazó tajantemente las cuotas de refugiados que ha impuesto la UE a los estados miembros. Hombre, de todo lo que el gobierno ha dicho o hecho hasta le fecha sobre la inmigración, esto lo veo como lo único ligeramente razonable. Al fin y al cabo, Hungría no inició las guerras que han llevado a Afganistán, Siria o Kosovo al caos (pese a formar parte de la OTAN y de la UE, pero no es que allí Hungría tenga mucha voz), ni tampoco Hungría tiene la culpa de que Alemania o Suecia estén desbordadas por sus generosos sistemas de inmigración (seguramente debido al gran interés de tener una gran fuente de mano de obra barata procedente del extranjero, poco dada a la manifestación o la huelga, como hacen los propios alemanes. Algo que está muy alejado de los conceptos de solidaridad o integración de los que les gusta presumir).

Bastantes problemas tienen ya los países del este de la UE, como para además tener que gestionar enormes cantidades de refugiados procedentes de los países "ricos" del club. Finalmente la UE ha excluido a Hungría y Bulgaria del reparto de refugiados, y ha enviado a Hungría alrededor de 8 millones de euros para ayudar en la asistencia y proceso de asilo de aquellos que cruzan la frontera de forma irregular.

En definitiva, este tema aún no se ha terminado. Veremos qué ocurre, si se construye la valla, si el asunto de las cuotas prospera y qué ocurre con la famosa consulta. Continuará.


Frente al parlamento, en la plaza Kossuth Lajos, cartel de protesta al estilo de los del gobierno, donde se lee: "menos estadios, más educación", en referencia a la construcción de estadios de fútbol por todo el país a la vez que se recorta el presupuesto en educación.

4 comentarios:

  1. Se agradece leer la otra cara de Hungría.

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  2. Estamos de paso en este mundo. Quién se cree dueño de él? Estamos juntos en esto de estar acá. No estaríamos mejor siendo solidarios? Y después vemos como época muy lejana la de los cavernícolas. Válgame madre!!! Que estúpidos somos!!!

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    1. Vale ,mucha solidaridad pero quien la paga el pueblo?y como países con tanto desempleo como es España Portugal y algunos más podría absorber tal cantidadd cantidad de emigrantes sin perjudicarnos?y además dentro de esa emigración masiva con tantos corderos como nos quieren hacer ver no habrá más de un lobo disfrazado que quiera mediante atentados desequilibrar esta Europa tan democrata? Mi respuesta ,si mi país entrará en conflicto, yo querría quedarme en mi propio país con mi propia gente en una zona libre de guerra protejido por fuerzas internacionales para formar me y que sean formados los jóvenes y niños para que después de l desastre poder construir en paz ,eso si esperando que la gente que está dispuesta a matar para imponer su criterio se hayan volatilizado, esfumado,desaparecido,esa es mi opinión la más económica para el resto del mundo y la más práctica para mi propio país

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    2. Vale pero quien paga tanto gasto los ciudadanos con impuestos? y España y demás países en crisis pueden asumir esa mano de obra con tanto paro?y quien nos asegura que en esos corderitos como los medios de comunicación nos muestran, no se encuentra algún lobo con piel de cordero para desestabilizar la democracia europea con algún tipo de atentado?.mi propuesta es si mi país entrará en conflicto bélico, me gustaría que las personas pacíficas tuviéramos un lugar dentro de nuestro país, neutral protegido por las fuerzas internacionales en donde prepararnos para construir lo destruido, en mi tierra con mi gente no en un país extraño de lengua diferente

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