martes, 12 de diciembre de 2017

Viaje por bodegas y balnearios de Hungría (III) : Eger y alrededores

Tras un intenso día en Budapest, toca dejar atrás la frenética capital húngara para comenzar un viaje recorriendo las provincias húngaras y disfrutar de su tranquilidad, su gente, su gastronomía, sus regiones vinícolas y sus fuentes termales. Y es que, si bien los balnearios de Budapest gozan de fama mundial, hay docenas de balnearios en provincias, mucho más económicos y tranquilos, que dan a toda Hungría un gran potencial turístico termal. De los vinos húngaros ya he escrito en este blog, por ejemplo en esta entrada sobre las regiones vinícolas de Hungría. Algunos, como los de Tokaj, tienen fama mundial, pero los caldos húngaros son de muy buen calidad en general, y muchos de ellos con precios bastante competitivos. En casi todas las zonas del país existen viñedos y bodegas, que pueden visitarse. Uniendo estos dos líquidos, el vino y el agua termal, comenzamos este viaje.

Tras 24 horas en Budapest, alquilamos al día siguiente un coche que nos llevaría durante una semana por Hungría (dejo aquí un link a una entrada antigua de este blog sobre las carreteras húngaras, para quien esté interesado en conducir por este país). En un abrir y cerrar de ojos estábamos conduciendo por la autopista del noreste, la M3, rumbo a la ciudad de Eger, nuestra primera parada del viaje.

Situada a unos 150 kilómetros de Budapest (algo menos de 2 horas de viaje en coche), esta pequeña ciudad de poco más de 50.000 habitantes es la capital de la provincia de Heves. Se encuentra a los pies de las montañas Bükk, que pese a su escasa elevación (960 metros la altitud máxima), atesoran bosques, lagos, valles y pueblos de gran belleza. Son, además, la antesala de la cordillera de los Cárpatos. Eger es famosa por su castillo, la batalla a la que da nombre, su vino Bikavér y sus balnearios.


Dobó tér, centro de Eger.


Para comprender la fama de su vino, hay que remontarse al año 1552, cuando un grupo de apenas 2.000 soldados húngaros logró defender Eger de unos 80.000 soldados turcos que asediaron la ciudad. Eran tiempos de la ocupación otomana de gran parte del territorio del antiguo Reino de Hungría. Las leyendas cuentan que los soldados otomanos estaban sorprendidos por la valentía y la fuerza del ejército húngaro, cuyos hombres llegaban a la batalla con la boca y las ropas manchadas de un líquido rojo oscuro. Los turcos pensaron que lo que ocurría era que los soldados magiares bebían sangre de toro antes de luchar, la cual les confería una fuerza y valentía desproporcionadas. La realidad es que el mágico brebaje era sencillamente el vino de la región, y los efectos del alcohol eran los que les hacían perder el miedo a morir en combate. Desde entonces, al vino producido en Eger se le ha llamado sangre de toro (bikavér en húngaro) hasta el día de hoy.

Si a todo esto, además, le añadimos que la mejor zona para degustarlo es un lugar llamado el Valle de las mujeres hermosas (Szépasszonyvölgy), situado en las afueras de la ciudad, queda claro que Eger tiene que ser una parada fundamental en todo viaje enológico a Hungría.


Bodegas en el Valle de las mujeres hermosas. Se internan dentro de la montaña a través de largas galerías.


Como mencioné, este valle se encuentra a las afueras de la ciudad, por lo que para visitarlo, o bien una persona se queda sin beber y conduce el coche de vuelta, o bien se va y se viene en taxi. Generalmente la segunda opción es la más utilizada, y la que nosotros escogimos, ya que, además, sale bastante económico. El valle, al cual se accede caminando por una calle llena de restaurantes que parte desde la parada de taxi, tiene forma más o menos circular, y en las pequeñas colinas que lo rodean se encuentras las bodegas, excavadas en la roca, situadas una junto a la otra. Dentro de estas bodegas se mezclan el olor de la piedra, la humedad del interior de la montaña, y el sabor del vino, bajo la tenue iluminación de las lámparas, que le confiere un encanto especial. Los caldos se pueden acompañar en muchas bodegas de tablas de quesos, embutidos o el famoso zsiróskenyér, que es una rebanada de hogaza de pan untada con grasa, espolvireada con pimentón y con rodajas de cebolla. En los últimos tiempos, se han comenzado a añadir muchas más cosas al zsíroskenyér, desde vegetales a carnes.



Bodega Hagymási, en Szépasszonyvölgy.


Es recomendable entre vino y vino picar algo, para mitigar los efectos del alcohol, ya que hay más de 40 bodegas, aunque no todas están abiertas al público. Algunas de mis favoritas son: Hagymási, Petrény y Sike, pero como dije hay un montón, están todas seguidas, y la entrada a ellas es más bien intuitiva, salvo que uno sea experto en vinos de Bikavér. Pueden visitarse al mediodía o a la tarde-noche, yo personalmente siempre he venido a la tarde-noche, aunque no demasiado tarde, pues muchas cierran relativamente pronto, y a partir de cierta hora ya no dan nada de comer para acompañar al vino. Muchas veces recorren las bodegas bandas de música tocando canciones húngaras tradicionales, o los propios grupos de húngaros, tras unos cuantos vinos, se animan a cantar.

Respecto al nombre de este valle, ya que la pregunta es obligada, mencionar que no es que las mujeres aquí sean más hermosas que el resto de húngaras (que ya son muy hermosas de por sí). Probablemente el nombre de este lugar tenga más que ver con los efectos del vino que con el de un endemismo genético de este lugar.


Vino en las bodegas de Szépasszonyvölgy.


Volviendo a la ciudad de Eger, merece la pena visitar el castillo, situado en la parte alta de la ciudad, con unas excelentes vistas de la misma. El atardecer ofrece, en mi opinión, las mejores vistas, y el precio de la entrada es más barato a esta hora ya que el museo está cerrado (por la mañana el precio es de 1600 forint, mientras que a la tarde es de 800, en este link pueden comprobarse los horarios, aunque está en húngaro).

Mencionar que, pese a la batalla que mencioné antes, Eger acabó cayendo bajo el dominio otomano, y mezquitas, minaretes y baños turcos fueron construidos, dando a esta pequeña ciudad un encanto especial. El eje central de la ciudad es Dobó tér, una plaza de gran belleza situada bajo el castillo. Son muy recomendables las terrazas que hay cruzando el río desde esta plaza, donde puede degustarse el Bikavér, así como recorrer las callecitas que suben por el casco antiguo de la ciudad. Sobre Eger escribí una entrada hace ya tiempo que puede visitarse haciendo click aquí.


Castillo de Eger y vistas de la ciudad desde el mismo.


Pero si las bodegas del valle de las mujeres hermosas son fascinantes, más aún lo es el cercano balneario de Egerszalók. Todo comenzó hace décadas, con unas prospecciones petroleras, que, al perforar la colina situada junto al pueblo, en lugar de oro negro, encontraron manantiales termales. Tras abandonar la zona, estas aguas comenzaron a fluir libremente por la ladera, y sus de sales minerales fueron, con el paso de los años, depositándose y formando una serie de terrazas modificando el paisaje. Hace algunos años se construyó un balneario y un enorme Resort Spa (llamado Saliris), para atraer al turismo termal.


Zona exterior del balneario de Egerszalók, frente a la ladera de sal.
(fuente: salirisresort.hu)


El precio de la entrada para un día completo es de 5.800 forint por persona (unos 19 euros), aunque hay opciones más económicas, como la entrada de 3 horas (3.400 forint) o la entrada a partir de las 17 horas (2.200 forint). Recomiendo esta última, no solo por el precio, sino porque al anochecer se enciende un sistema de iluminación de esta peculiar ladera que va cambiando de color, y verlo sumergido en una piscina de agua caliente es todo un espectáculo. Además de las piscinas externas, hay otras dentro del edificio. La sauna es muy interesante (aunque no está incluida en el precio de la entrada), además tiene una pequeña piscina bajo una cúpula que imita el estilo de un baño turco. Mencionar una peculiaridad, aquí se paga al salir en función de las horas que hayamos estado o de si hemos utilizado la sauna (se controla con un pulsera magnética que te dan al entrar). Al menos así era las dos veces que yo he estado. Hay gente que no sabe lo de la sauna, ya que se accede por un torno y no está especialmente indicado el precio, y luego se sorprende al salir y ver el suplemento en el ticket (otros 2000 forint extra). En este enlace pueden verse los horarios y los precios, en inglés.


Terrazas de sal en la ladera junto al balneario, un atípico paisaje que podemos ver en este pequeño pueblo termal del norte de Hungría. Esta formación sigue creciendo con el paso de los años, y lo hará mientras el manantial esté activo.
(fuente: salirisresort.hu)


Por último, dentro de la propia ciudad de Eger, hay un balneario interesante (aunque no tan particular como el de Egerszalók), situado junto al parque, llamado Egri Termál és Strandfürdo. Es un complejo con piscinas de natación, termales y baño turco. Si solo hay tiempo para visitar uno de ellos, recomiendo el de Egerszalók. El de Eger en un buen balneario, pero sin la exoticidad de bañarte frente a una ladera salina, un paisaje que existe en muy pocos lugares del planeta.

En nuestro caso, estuvimos visitando la ciudad por la mañana, y por la tarde fuimos al balneario de Egerszalók, yendo por la noche al Valle de las mujeres hermosas. Concentrar todo esto en un solo día puede ser demasiado, pero yo ya había estado en Eger previamente. Visitar la ciudad por primera vez y de manera tranquila requiere dos días, pudiendo dedicar sendas mañanas a la propia Eger, una tarde al balneario y otra a Szépasszonyvölgy.


Ventanas de los pequeños hoteles del centro de Eger, y sombrillas sobre las terrazas de los bares y restaurantes donde se puede degustar el famoso Bikavér.

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