Según
una encuesta elaborada por
Pew Research, un
72% de los húngaros afirma que vivía mejor en tiempos de la República Popular de Hungría,
cuando estaba vigente el sistema socialista. Tan solo un 8% opina que la situación económica es ahora mejor, y un 16% dice no haber apenas variado.
Pregunta: ¿diría usted que la situación económica actual es mejor (azul claro), peor (azul oscuro) o parecida (naranja) a la que había durante el comunismo?
La encuesta se elaboró en 2009, en el vigésimo aniversario de la caída del muro de Berlín, que coincidió con el inicio de la crisis de deuda soberana, y muestra un gran desencanto de la población de Europa del este con la democracia y el capitalismo, que en 1991 tenía un gran apoyo en la región y que ahora ha perdido buena parte de él.
El caso de Hungría es el más llamativo, ya que es el país donde se registra la mayor variación. Algo que no sorprende tanto si tenemos en cuanta que gracias a su "comunismo de goulash", Hungría tenía bastantes libertades en comparación con otros países del bloque comunista, existiendo mayor libertad de expresión e incluso la propiedad privada (como los pequeños negocios), lo que se traducía como una mezcla de economía planificada y de mercado. Esto permitió un nivel de vida por aquel entonces algo superior al de sus vecinos del bloque oriental, mientras que ahora está al mismo nivel o incluso por debajo de ellos. Por último, y muy importante, es que esta encuesta se realizó en plena debacle del gobierno húngaro encabezado por Gyurcsány, que falseó las cuentas del país y arrastró a Hungría a una grave crisis (a la que se sumó a la crisis global), por lo que sus ciudadanos se encontraban en un momento más sensible que los de otros estados que participaron en el estudio.
En otros países como
Ucrania o Bulgaria, la cifra de encuestados que afirma
vivir peor ahora es del 62% frente al 12% y 13% que cree vivir mejor, y en
Lituania y Eslovaquia es de un 48% frente a un 23% y 29% que opina lo contrario. El resto piensa que el nivel de vida es similar. Tan solo en
Polonia y República Checa la respuesta mayoritaria fue que
vivían peor con el socialismo.
Las cifras son muy
similares cuando se les pregunta si están satisfechos con el sistema democrático actual, sin embargo los encuestados confían mayoritariamente en los principales valores democráticos: especialmente los húngaros son los que más los valoran y sin embargo son los que menos satisfechos están con la democracia que tienen.
Apoyo a los principales valores democráticos. En orden descendente: libertad de expresión, elecciones libres, sistema judicial transparente, ejército bajo control civil, libertad de prensa y libertad religiosa.
Hay que tener en cuenta que el socialismo comienza a ser ya cosa de un pasado relativamente lejano en Hungría: teniendo en cuenta que dicho sistema desapareció en 1989 y que estamos en el año 2014, suponiendo que una persona tuviese 18 años en 1989 (que aunque no es una edad muy lúcida, al menos se tiene una idea del sistema político y económico en el que uno vive), habría que tener al menos 43 años para poder comparar socialismo y capitalismo con un juicio razonable.
Cuando se pregunta
sobre la transición a la economía de mercado, se ve una gran euforia inicial en 1991 y un
desencanto bastante acusado 18 años más tarde (de nuevo Hungría tiene la mayor variación):
Claro que, en general,
hay una brecha generacional muy fuerte. Los actuales
jubilados y pensionistas recuerdan los tiempos del socialismo, con pleno empleo, sin pobreza en las calles y con una sociedad mas igualitaria y solidaria, y tienden a valorar poco la actual facilidad de movimiento y de viajar por Europa, los estudios en el extranjero (como las becas Erasmus), o la posibilidad de desarrollar una carrera profesional, cosa que los
jóvenes sí valoran mucho. Los
trabajadores de mayor edad tampoco están muy agradados ya que han visto como su calidad de vida ha disminuido y como ahora deben trabajar muchos más años para jubilarse que sus padres durante el socialismo. Por otra parte, la mayoría de los jóvenes no ha vivido el sistema socialista, y la mayoría de jubilados, con una vida alejada del mercado laboral, tampoco tiene mucha experiencia en el sistema capitalista. El resultado de todo esto es que según aumenta la edad de los encuestados, disminuye el apoyo a un sistema multipartidista, así como a la economía de mercado.
Hungría también es el país de la encuesta con
menor apoyo a la Unión Europea: un 20% piensa que es bueno ser miembro, un 28% que es algo malo y un 43% se muestra indiferente. Unos niveles a los que tan solo se acerca el Reino Unido.
Opinión sobre la UE. Columnas de izquierda a derecha: algo bueno, algo malo, ninguno de los dos, los dos, no responde.
Resumiendo, al analizar estos datos se llegan a varias conclusiones:
1) Los ciudadanos de los antiguos países socialistas de Europa mostraban una gran euforia al comienzo de sus transiciones de mercado por ingresar en el bloque capitalista y la Unión Europea.
2) Los ciudadanos siguen pensando mayoritariamente que los valores y principios democráticos son algo muy positivo.
3) Pero
no creen que mediante la transición política y económica que vivieron
se hayan logrado dichos valores y estatus económico que impulsaban la euforia inicial, lo que ha generado un gran pesimismo entre la población.
Es importante tener en cuenta que mientras que muchos de los
bienes y servicios en estos países tienen unos
precios similares o incluso más elevados que en Europa occidental, los
salarios, las pensiones y las ayudas sociales con muy inferiores. Sobre esto último
escribí al poco de comenzar este blog. Las industrias y empresas nacionales tuvieron que bajar la persiana al no adaptarse al mercado occidental (perdieron sus clientes orientales, no eran rentables, no cumplían la normativa europea, etc), y el vacío fue ocupado por la llegada de las multinacionales (en su mayoría americanas y de la UE), que ofrecen sus productos al mismo precio mientras que sus salarios son mucho menores en comparación con sus países de origen, y los "nuevos ricos", aquellos ciudadanos que crearon y fundaron nuevas empresas nacionales. El resultado de todo esto ha sido la
creación de una clase alta que vive a todo tren, una
pequeña clase media con una vida normal (ambas asentadas mayoritariamente en la capital), y una
amplia clase baja que vive como puede (sobre todo en la zona rural y pequeñas ciudades). Esto explica en gran parte los resultados de la encuesta. El problema nacional con las
hipotecas en francos suizos es otra gran preocupación, así como el
empobrecimiento de la mayor parte de la población.
También han llegado buenas cosas con los nuevos tiempos:
poder viajar sin visados ni pasaportes (antes apenas se podía salir),
estudiar gratis por Europa, la
posibilidad de tener un empleo con un
salario elevado, permitirse ciertos
lujos y caprichos que antes eran imposibles o renovar ciudades y construir nuevas infraestructuras gracias a los
fondos de cohesión.
En cualquier caso los resultados de esta encuesta invitan a una buena reflexión, y si bien pueden sorprender a más de uno, a los que llevamos ya una temporada por estos lares no nos ha pillado por sorpresa.